La Casa de Cultura 'Rafael Zárate Molero' de Manzanares se llenó el pasado viernes en la segunda sesión del XVIII Curso de la Escuela de Ciudadanía, donde el conocido antropólogo, jurista y analista político Javier Aroca hizo una apasionada y razonada defensa de la democracia ante las alertas que la amenazan, como la “juristocracia”, la corrupción o las injerencias del poder no electo.
Javier Aroca, analista habitual en las principales cadenas de televisión y radio y columnista en distintos medios, presentó su obra Democracia en alerta. La política desde el sofá en una conversación de más de hora y media con el periodista y presidente de la Escuela de Ciudadanía, Juanjo Díaz-Portales, tras la que respondió a preguntas del público. Justo medio siglo después de la muerte de Franco, el ponente defendió la democracia española frente a quienes prefieren un régimen totalitario. A pesar de ello, dijo que la gran mayoría de la juventud es demócrata.
El analista andaluz, licenciado en Derecho y Antropología y diplomado en Árabe por la Universidad de Sevilla, agradeció al inicio de su intervención la asistencia masiva del público. Dijo que el hecho de estar juntos es “un gran antídoto para todo lo que estamos sufriendo de antidemocracia”.
La amenaza de la “juristocracia”
El debate central de la sesión fue sobre la actualidad judicial. El antropólogo y jurista fue contundente al calificar el fallo judicial conocido el día anterior sobre el Fiscal General del Estado como un “fallo estrepitoso de nuestro poder judicial o de una parte del poder judicial”. En redes sociales, ya había tildado el hecho de “golpe de autoritarismo judicial”.
Aroca explicó que la raíz del problema judicial reside en la Transición, denominada por él como el “régimen del 77”. Tras la dictadura, el Poder Judicial no experimentó la “necesaria depuración institucional” que sí vivieron los poderes legislativo y ejecutivo. Jueces que administraron justicia franquista pasaron de la noche a la mañana a administrar justicia democrática.
El analista denunció que una parte de la judicatura aspira a la “juristocracia”, un vicio que amenaza la democracia y se define por la idea de que gobiernen los jueces. “Lo verdaderamente grave es que el poder judicial quiere gobernar sin que lo haya elegido nadie, por encima del poder legislativo y del poder ejecutivo”, afirmó Aroca, que recordó que los jueces solo deben aplicar la ley y la Constitución.
Aroca ejemplificó esta injerencia judicial con el criticismo a los indultos, una potestad del Ejecutivo, y el “filibusterismo” (obstruccionismo) a la ley de amnistía aprobada por el Poder Legislativo. Estos jueces, que aún mantienen rasgos de autoritarismo, “disfrutan del ordeno y mando”, dijo.
Lawfare y el peligro de los “gordos”
El ponente definió el lawfare como una herramienta de la juristocracia, utilizada para torpedear gobiernos legítimos. Precisó que el objetivo del lawfare no es el resultado judicial (la mayoría de los procesos se archiva o sobresee, como los 20 casos contra Podemos), sino la destrucción reputacional del adversario.
“Lo verdaderamente importante del lawfare es la exposición pública de la vergüenza y la destrucción del adversario”, sentenció. Esto conlleva mantener al rival “en los anaqueles de la vergüenza” en los medios de comunicación durante años. Aroca instó al Gobierno a no desfallecer, a “echar músculo” y a dar respuestas contundentes y democráticas mediante la legislación.
El análisis político se extendió a los poderes fácticos, a los que el autor -en una comparación basada en el rugby- denomina en su libro como “los gordos”, que forman parte de la que considera “nobleza del Estado”. Se trata de agentes no electos que ejercen el blanqueo de lo que convenga y amenazan gravemente la democracia. El ponente citó, con dolor personal, a Felipe González como ejemplo de un “gordo” por su función “en el cabildeo” y en los lobbies. Otros ejemplos de estos “gordos” son, según Aroca, la Iglesia Católica, la patronal, las grandes empresas multinacionales, los sindicatos de policía y parte del ejército. “Los gordos son los que están entre nosotros y no quieren que el pueblo mande porque piensan que los que mandan son ellos”.
Dejar de ser espectadores y bulos
En su intervención, también abordó el papel de la ciudadanía, tema central de su libro, que apela a dejar de ser meros espectadores para que ser actores. En su opinión, la antidemocracia triunfa al individualizar a la gente, aislándolos y proporcionándoles un móvil para que solo expresen opiniones individuales.
Aroca, que citó la desinformación y los bulos como otra de las alertas a tener en cuenta, criticó duramente a los medios de comunicación, especialmente a las televisiones privadas, por su papel en esta dinámica, que “intoxica y expropia” el pensamiento crítico. En su libro, y aunque él mismo forma parte de ellas, califica las tertulias como “armas de manipulación y distracción masiva”, y señaló que estos espacios “tienen el ideario de la empresa propietaria y presentan un pluralismo ficticio”.
Comparó la comida procesada, mala para la salud, con la información procesada que se consume en la televisión, mala para la salud democrática. Por ello, hizo un llamamiento a la acción colectiva, a levantarse del sofá.
Finalmente, Javier Aroca se refirió a la corrupción, a la que considera la principal alerta para la democracia. Argumentó que la corrupción se transforma en sistémica y que la democracia siempre pierde frente a ella. Por ello rechazó la idea de “empatar en la corrupción”.
El acto finalizó con una invitación a visitar la exposición de la revista Cambio16, comisariada por Román Orozco -fundador de la Escuela de Ciudadanía-, que se expone hasta el día 30 en el Gran Teatro y documenta el cambio de la dictadura a la democracia. El propio Aroca la visitó esa misma tarde y la citó en varias ocasiones a lo largo de su participación en este espacio de reflexión que cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento de Manzanares y de la Fundación Unicaja.